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01/04/2021

Manifiesto del Euskadi Buru Batzar de EAJ-PNV ante el Aberri Eguna 2021

2021 será el segundo año consecutivo en el que la ciudadanía vasca conmemorará el Aberri Eguna-Día de la Patria en la excepcionalidad provocada por la pandemia del Coronavirus. Nos ha tocado vivir un tiempo repleto de incertidumbres, de desafíos y de adversidades que han condicionado totalmente el comportamiento individual y colectivo de los pueblos

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Vaya en este momento nuestro más sentido recuerdo para todas aquellas personas que se han quedado en el camino. El recuerdo doloroso de su pérdida nos debe servir como acicate para dar lo mejor de nosotras y de nosotros mismos y vencer a la enfermedad, recuperando cuanto antes la normalidad cotidiana.

Las consecuencias de una enfermedad propagada con características pandémicas nos han sumido en la oscuridad más adversa de la globalidad y, al mismo tiempo, ha despertado la necesidad de supervivencia humana, acelerando la capacidad de investigación científica de cara a hacer frente a una amenaza real de destrucción y muerte. La sombra de la enfermedad ha eclipsado a todo el planeta y los pueblos pequeños como el nuestro, a pesar de encontrarse entre las sociedades más desarrolladas del mundo occidental, hemos visto sobrepasada muestra capacidad de reacción y defensa por la magnitud de una perturbación cuyos efectos eran desconocidos e imposibles de predecir.

Hemos sufrido mucho y lo seguimos haciendo porque, a pesar de que al día de hoy el impacto del virus no es tan letal como lo fuera en sus orígenes, la infección continúa entre nosotros y nosotras, con una importante carga de gravedad y de mortandad, si bien los recursos materiales y humanos disponibles por nuestro sistema de salud garantizan un cada vez mejor cuidado y tratamiento a los pacientes. Además, la llegada de las vacunas y su administración al conjunto de la ciudadanía nos hace albergar la esperanza de que el final de este episodio comience a estar próximo. No obstante, y en la medida en que el nivel de inmunidad no alcance un porcentaje masivo de la población, el coronavirus persistirá entre nosotras y nosotros y el riesgo de nuevas mutaciones que devengan en pandemias diferentes sigue presente.

La pandemia originada por el Covid-19 ha venido a certificar el valor y la importancia de la institucionalización propia de la comunidad vasca para garantizar la respuesta eficaz en el ámbito sanitario, económico y social que requiere una situación de esta naturaleza. Cuantas más cuestiones podamos decidir en Euskadi estaremos en mejores condiciones de construir un futuro mejor y de responder con solvencia a la voluntad de las personas que conformamos la nación vasca. Hace un año, el calendario dispuso que celebrásemos el Aberri Eguna en el interior de nuestras casas. Vivíamos confinadas, aislados, con un país paralizado como fórmula más eficaz para combatir el contagio y la propagación del mal. Sobrevivíamos a la defensiva, temerosos y temerosas por el efecto desconocido de una dolencia que llenaba hospitales de personas contagiadas y que se cebaba mortalmente con las personas mayores. Fue un Aberri Eguna triste. De recogimiento, de protección, de solidaridad en los núcleos familiares. Una efeméride con la ilusión congelada por la preocupación y el desasosiego.

La historia de Euskadi es dilatada, y a lo largo de los años las generaciones de vascos y vascas han superado todo tipo de vicisitudes, desde guerras hasta el sometimiento y la postración de una dictadura que negaba y reprimía todo aquello que se identificara con la causa del Pueblo Vasco. Pero, aun en las peores circunstancias, el domingo de Pascua siempre fue una fecha de reivindicación de los derechos políticos que nos asisten como pueblo, de orgullo íntimo, de pasión y de vocación por construir una nación mejor para las nuevas generaciones.

El pasado año, el Día de la Patria Vasca se celebró de puertas hacia dentro de los hogares. Las ventanas, los balcones, fueron nuestro escaparate para demostrar que, a pesar de las adversidades, el afán por construir la Patria Vasca seguía prendido en los corazones de miles y miles de mujeres y hombres de este país. Fue un Aberri Eguna íntimo, trufado de desasosiego e inquietud en el que se imponían, como ejercicio de patriotismo, el cuidado, la seguridad de la gente, la protección de su salud y la garantía de protección pública.

Hoy, abril de 2021, hemos retomado vivencia en la calle, pero nuestra capacidad de movimientos, nuestra expresión de visualizar nuestra conciencia colectiva sigue sin poder ejercitarse libremente en defensa de la salud y de la vitalidad de todos y todas. Seguimos, por seguridad y defensa del bienestar de la gente, sometidos y sometidas a restricciones que nos impiden explayar en plenitud de movimientos y de expresión nuestra vocación de conciencia nacional. Pero todas estas cortapisas no son óbice para que, cumpliendo todas las medidas establecidas por las autoridades para hacer frente a la alerta sanitaria, podamos expresar, respetuosamente, nuestro compromiso para con la Nación Vasca.

La Nación, la Patria Vasca, no es un concepto político indeterminado. No es solo un territorio o un mapa en el que convergen realidades culturales y sociales identificables. Nuestra patria, Euskadi, constituye la expresión de una identidad colectiva nacional que reclama el pleno reconocimiento de sus derechos políticos de soberanía para seguir construyendo una comunidad democrática, avanzada, plural, socialmente igualitaria y cohesionada en la que cada persona pueda desarrollar su proyecto vital en paz y en libertad.

Euskadi es, somos, un Pueblo en marcha, y nuestro caminar no se va a detener aunque la contrariedad y la desdicha –como la pandemia que hoy sufrimos– nos dificulte el tránsito. La pandemia nos ha mostrado también con claridad la aceleración de las enormes transformaciones que se están produciendo en el contexto de la globalización y que afectan al futuro del pueblo vasco: el cambio climático, la crisis de la democracia liberal, el individualismo, el incremento de las desigualdades sociales o la digitalización de la sociedad son temas que interpelan directamente a las condiciones futuras de la construcción nacional vasca. Y, más allá de las transformaciones globales, Euskadi se encuentra inmersa en la política de los Estados que viven procesos de inestabilidad política, crisis económica y procesos de recentralización que abren importantes interrogantes en relación a nuestro futuro. Abordar el futuro exige hoy profundizar en la estrategia vasca de construcción nacional para revitalizar el uso del euskera, digitalizar nuestra economía, fortalecer la igualdad y la cohesión social, impulsar la sostenibilidad en todos los ámbitos e incrementar la capacidad institucional de nuestro pueblo: una estrategia vasca de construcción nacional interna para consolidar la nación vasca a la luz de los requerimientos del siglo XXI y una externa para establecer la progresiva institucionalización del derecho a decidir.

Salud y economía son las dos prioridades que centran hoy nuestro compromiso público. Sin salud no es posible la economía ni el trabajo. Y sin economía, sin recursos, no son posibles ni los servicios públicos, ni las inversiones sanitarias que garanticen la salud y el bienestar de las personas. Desconfiemos de quienes reclamen la priorización de una sobre otra, ya que sin su conjunción nuestro bienestar, personal y colectivo, fracasaría.

El impacto de la pandemia ha resultado brutal en todo el mundo. Tanto en lo humano como en lo material. También en nuestro país, donde la actividad económica ha tenido una caída nunca vista, salvo en el período bélico del siglo pasado. El efecto depresivo del cataclismo padecido se prolongará todavía entre nosotros y nosotras, a pesar de la esperanza de las vacunas y de los esfuerzos por la inmunización global. Aunque los avances médicos hayan sido muy importantes, las y los expertos científicos nos están diciendo que el virus convivirá con nosotros y nosotras durante largo tiempo. Esto nos obligará a normalizar actuaciones hasta ahora excepcionales. Tendremos que seguir incentivando la investigación y sosteniendo la inversión en recursos humanos y materiales en el ámbito sanitario y en el mundo de los cuidados. Se necesitará que las dotaciones presupuestarias extraordinarias se consoliden en las cuentas públicas, lo que influirá en la capacidad de gasto global y en la necesidad de endeudamiento y de sostenibilidad del sistema.

Deberemos fortalecer nuestro sistema público de atención a la ciudadanía, nuestro autogobierno, en definitiva, para seguir anticipándonos a las necesidades que el futuro inmediato nos depare. Para abordar este reto, la economía vasca necesita recuperar el espacio perdido. Volver a emerger. Retornar a la actividad productiva. A la generación, nuevamente, de riqueza y empleo.

‘Resiliencia’ es un término hasta ahora de escasa utilización pero que, como consecuencia de las actuales circunstancias, cobra notoriedad y fuerza. ‘Resiliencia’ es la capacidad del ser humano para adaptarse a las adversidades, para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido. Ese es nuestro objetivo, el propósito con el que nos citamos en el Aberri Eguna 2021: el ‘Renacimiento de Euskadi-Euskadiren Berpizkundea’. Una tarea de reconstrucción nacional que debe implicar a las instituciones, a la sociedad organizada y a las personas que vivimos en este país. El modelo vasco se ha caracterizado en el pasado por el liderazgo y la vitalidad de la sociedad vasca. La gobernanza colaborativa debe volver a ser el pilar fundamental para enfilar la salida de la crisis y abordar la reconstrucción de la Euskadi post-Covid. Una salida y una reconstrucción en las que nadie debe quedar fuera.

Si el año pasado conmemorábamos un Aberri Eguna triste y confinado, este año debe ser el Día de la Patria de la esperanza. A pesar de los problemas y limitaciones que persisten en la actualidad, debemos recargar de ilusión, energía y determinación a nuestra sociedad. Vivimos tiempos difíciles, sí, pero tenemos la completa seguridad de que vamos a salir bien como Pueblo si nos fijamos las metas correctas. Algunas las hemos apuntado en las líneas precedentes, vinculadas a la salud pública y a la recuperación económica y el empleo. Pero la agenda política no se agota en ellas. Además de la necesidad de seguir creciendo y desarrollando el sistema institucional vasco (Estatuto de Gernika, Amejoramiento del régimen foral de Navarra y la Mancomunidad de Iparralde), debemos trabajar de manera compartida con la sociedad vasca, trabajar codo con codo para fortalecer la conciencia y la construcción nacional con el objetivo de institucionalizar el derecho a decidir del pueblo vasco. Ahí está también el proceso de unidad europea que, a pesar de todos sus achaques, es el marco en el que vascos y vascas de todos los herrialdes podremos vivir juntos y hacer realidad el Zazpiak Bat. El camino hacia la libertad plena de nuestra Nación, un camino duro y exigente pero transitable, nos pide clarividencia para ver más allá de la próxima curva y fuerza para superar cualquiera de los obstáculos o imprevistos en la ruta. Clarividencia y fuerza que EAJPNV, con toda la modestia lo proclamamos, está en disposición de aportar a este Pueblo.

Para sumarse a este proyecto, llamamos a todos los y las abertzales de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa, Nafarroa e Ipar-Euskadi, así como a las y los repartidos por todos los confines del mundo y agrupados en las Euskal Etxeak, a celebrar y reivindicar nuestro día, el Aberri Eguna. No es tiempo de controversias estériles ni de desmarques partidistas que, lejos de sumar voluntades, dividan y generen más desaliento. La ciudadanía de este país espera de nosotras y de nosotros acuerdos, respeto y capacidad constructiva. Hagamos entre todos y todas, más allá de nuestras diferencias, una Patria Vasca fuerte, libre, sana y en paz.

Gora Euskadi askatuta!