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24/10/2020

Declaración del Euzkadi Buru Batzar en el 75 aniversario de las Naciones Unidas

Las Naciones Unidas (ONU) nacieron en un contexto de guerra mundial, tragedia y horror, con millones de vidas perdidas y en una dimensión deshumanizadora de la persona. Se concibieron, en esencia, para impedir la III Guerra Mundial

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Declaración del Euzkadi Buru Batzar en el 75 aniversario de las Naciones Unidas

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La Carta de las Naciones Unidas, su instrumento constituyente, entró en vigor el 24 de octubre de 1945 –hace hoy 75 años– y perseguía los objetivos de la paz y la seguridad desde el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales. Este mismo espíritu y objetivos fueron compartidos por los líderes de nuestro partido, EAJ-PNV, de aquella época. Ahí están la participación vasca en la Conferencia de San Francisco de 1945 o la reunión mantenida por el Lehendakari Agirre con el primer secretario general de Naciones Unidas, Trygve Halvdan Lie.

En estos 75 años de funcionamiento, las Naciones Unidas arrojan un balance de claroscuros. En este tiempo no ha sido capaz de solucionar varios de los conflictos armados que asolan distintas regiones del mundo, aunque los haya atenuado. Algunos, como los que sacuden a Palestina o Cachemira, son tan antiguos como la propia organización; otros son más recientes, como los de Yemen, Siria o Libia. Tampoco la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1948 acabó con la violación de los derechos humanos, que siguen siendo vulnerados impunemente, pero sí ha contribuido a la prevención de la conculcación de los mismos en sus diferentes manifestaciones, como la tortura, la pena de muerte o la persecución arbitraria, al tiempo que ha provisto el acceso a la alimentación, a la sanidad y a la educación a poblaciones necesitadas.

Reconocidas sus virtudes e identificados sus defectos, y transcurridos 75 años desde su fundación, consideramos que la ONU precisa una profunda renovación, tanto en sus estructuras internas (Consejo de Seguridad y Asamblea) como en sus capacidades para adecuarse a las nuevas realidades geopolíticas. Y esta actualización debe acometerse teniendo en cuenta la emergencia de nuevas potencias regionales para poder así responder de manera más eficaz a los nuevos desafíos del siglo XXI en el contexto de la reactualización de sus objetivos de paz y seguridad colectivas.

Es precisa una reactualización de la composición del Consejo de Seguridad que comporte la eliminación de jerarquías y de los derechos de veto para que funcione en base a mayorías cualificadas y simples. Las nuevas realidades políticas, caracterizadas por la erosión del Estado-Nación clásico y el establecimiento de entidades transnacionales, demandan la participación directa en el Consejo de Seguridad de las organizaciones regionales de dimensión continental, como por ejemplo de la Unión Europea (UE) o la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).

Asimismo, la Asamblea General debería superar el déficit democrático que padece una institución simplemente deliberativa que aprueba recomendaciones. En este sentido, proponemos una Asamblea Legislativa que controle al Consejo de Seguridad y cuyas resoluciones mayoritarias sean vinculantes jurídicamente, así como su capacidad para imponer sanciones.

Abogamos también por la articulación, en los diferentes organismos del universo institucional de la ONU, de cauces de representación para las nuevas realidades políticas, como las Naciones sin Estado y las regiones constitucionales con vocación de participación internacional.

En plena pandemia global, “la mayor amenaza desde la II Guerra Mundial” según el propio secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, se ha desencadenado una crisis integral que afecta a la salud, la economía, la vida social y el bienestar de todas y todos los habitantes del Planeta, pero también, y de forma muy negativa, al estado de las libertades y los derechos humanos en todo el mundo. En pleno siglo XXI nos enfrentamos a problemas tan alarmantes como la deformación de los conceptos ‘democracia’, ‘libertad’ o ‘justicia’; a enormes desafíos medioambientales en un planeta en evidente riesgo de dejar de ser sostenible; y a gigantescos retos sociales como la pobreza, el racismo, la desigualdad, la esclavitud, la trata, el tráfico de armas o el desempleo. Todo ello nos demanda respuestas, también globales, que conlleven la intensificación de la cooperación internacional y la multilateralidad de los actores internacionales.

Euzko Alderdi Jeltzalea-Partido Nacionalista Vasco, que participó en los orígenes de Naciones Unidas hace 75 años y se adhirió a sus objetivos fundacionales, mantiene vivamente su vocación multilateral en un mundo más necesitado que nunca de verdadera colaboración política y de una gobernanza mundial efectiva. Un mundo que ha de ir sustanciando internacionalmente el concepto de ‘familia de las naciones’ y trabajando por el bien común, la erradicación de la pobreza y la protección de los derechos humanos a través de la cultura de la tolerancia, de la convivencia y de la paz.