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20/01/2015

Juan Mari Aburto, valores y compromiso para la Alcaldía de Bilbao

El Bizkai Buru Batzar de EAJ-PNV e Interjuntas de Bilbao han elegido a Juan Mari Aburto como candidato a la Alcaldía de la villa

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Juan Mari Aburto, valores y compromiso para la Alcaldía de Bilbao

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“Soy una persona trabajadora y comprometida que puede llegar a ser un poco cabezona. Vamos, que a veces cuesta quitarme las ideas de la cabeza”. Así se presenta Juan María Aburto Rique, consejero de Empleo y Políticas Sociales y el candidato a la Alcaldía de Bilbao que el Bizkai Buru Batzar e Interjuntas han propuesto a la militancia de EAJ-PNV. Su profunda fe cristiana, su archiconocido compromiso social, su vocación de servicio público, su devoción por la familia y su pasión por el Athletic son los ejes que vertebran su existencia, que arrancó el 28 de marzo de 1961 en ‘la gota de leche’, clínica ubicada donde hoy se levanta el Hotel Indautxu. Su padre, Helio, natural de Derio, fue empleado de la Caja de Ahorros Vizcaína: entró de botones con 15 años y se jubiló en la BBK, al frente de las relaciones con el Gobierno Vasco. Su madre, Mariví, natural de Fika, “siempre trabajó un montón, en casa”. Aburto creció en un ambiente euskaldun, pero estuvo a punto de perder el euskera. Ya en la Diputación de Bizkaia se alfabetizó, aprovechando los procesos de normalización lingüística, y recuperó el euskera con fuerza, hasta el PL3.

Creció en Zurbaran, al comienzo de la solución Sur, en la plaza del Músico Guridi. Cogía el autobús en la fábrica Etxebarria para ir al Colegio Santiago Apóstol. Con 8 años, la familia se traslada a Luis Briñas, frente a la Escuela de Ingenieros. “Jugábamos mucho al fútbol por allí, estaba sin urbanizar. San Mamés tenía puertas de madera, y la madera tenía agujeritos, y mis amigos y yo intentábamos ver por allí los partidos... Admiraba a Iribar y a Txetxu Rojo”. En Luis Briñas vivió hasta los 18 años, cuando la familia se trasladó a Las Arenas. Allí vivió Aburto hasta que en 1987 contrajo matrimonio con una deustoarra, Arantza Díez, y se instalaron en Deusto… hasta hoy.

Compromiso

Su vinculación con EAJ-PNV se remonta a la adolescencia. Con 14-15 años Aburto empieza a frecuentar el Alderdi Eguna, impulsado por una inquietud personal. Recuerda, de entre todos, el Alderdi Eguna de 1982, en Getxo. “Cayó tal tromba de agua que a Arantza y a mí no nos quedó más remedio que ir a casa de mis aitas a secarnos. Aquel día conocieron aita y ama a la que sería su nuera”. Otro recuerdo indeleble: “El chaval de EGI que habló en aquel Alderdi Eguna fue Iñigo Urkullu”.

Estudia Bachiller en el Colegio Santiago Apóstol, donde se vincula a grupos de fe. Ahí brota su concienciación y crecimiento como persona comprometida y creyente, intentando “con mucha humildad” ser coherente con los valores en los que cree. “Recuerdo haber participado en campos de trabajo en pueblos como San Martín de Elines en Cantabria, a Tartalés de los Montes en Burgos… Pueblos donde intentábamos ayudar en trabajos del campo o en el arreglo de ermitas y colegiatas. También buscábamos una vivencia de sencillez, austeridad y compromiso para vivir valores diferentes: la solidaridad, la cooperación…”.

Aburto se matricula en La Salle de Bilbao, donde conoce a Arantza, y cursa la carrera de Derecho en la Universidad de Deusto entre 1979 y 1984. “En la Universidad aprendí a relacionarme con la gente, y que a través del Derecho podía tener muchas opciones de orientar mis inquietudes personales, políticas y sociales”. En primero de carrera, contacta con el CEN (Comité de Estudiantes Nacionalistas) y decide afiliarse al Batzoki de Ondarreta, pero una concatenación de carambolas le impide hacerlo. Se afiliaría en Deusto a finales de 1990, atraído por los valores que encarnaba y transmitía EAJ-PNV como partido fundamentalmente humanista y de ascendencia cristiana.

Dedicación al servicio público

Ya entonces trabajaba en la Diputación Foral de Bizkaia. En 1985 se había presentado a las oposiciones de Técnico de Administración General, y en abril de 1986 tomó posesión. Desde entonces, y han pasado ya más de 28 años, la de Aburto ha sido una vida dedicada al servicio público. Entre 1991 y 1994 fue director de Servicios del Departamento de Interior del Gobierno Vasco; entre 1994 y 2003, director de Régimen Jurídico y Función Pública de la Diputación Foral de Bizkaia; entre 2003 y 2011, diputado foral vizcaíno de Acción Social; de 2011 a 2012, diputado foral de Presidencia y Teniente de Diputado General; y desde finales de 2012, consejero de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno Vasco.

En todo este tiempo, Aburto ha destacado por su compromiso social, su cercanía con las personas y su capacidad para organizar y liderar equipos. Lo corrobora la excelente relación que mantiene con el tejido asociativo de Bilbao y Bizkaia. “Ochos años en Acción Social te permiten descubrir, e Iñigo Pombo también me lo trasmitió, que el tejido asociativo es muy importante. Desde el comienzo de mi recorrido como diputado de Acción Social decidí tener una relación muy directa y aprovechar todo ese valor que aporta el tejido asociativo, que ha sido tan importante y tan rico en Bizkaia en el mundo de la intervención social”. En la actualidad, Aburto colabora con Cáritas, WOP, la Fundación Sabino Arana y la Fundación Ciclista Euskadi. También es socio del Athletic desde abril de 1972. “Me hizo socio mi padre”, recuerda con orgullo y emoción. “Es una pena que no haya podido compartir con él mi experiencia como consejero y esta designación como candidato a alcalde”, lamenta Aburto. Helio falleció el año pasado.

Aburto tiene dos hijos, “mis auténticas joyas”, pero lamenta que hayan sido los “pagadores” de lo que ha sido “a veces” su poca presencia en casa. Jon, de 24 años, está terminando Arquitectura Técnica en Donostia, y Asier cursa segundo de Magisterio en la Escuela Diocesana del Obispado. Aburto recuerda que Jon nació en 1990 y que él se incorporó en 1991, de la mano de Juan Mari Atutxa, al Departamento de Interior. “Fue una gran experiencia, aunque también años muy dolorosos. Vi muy poco a Jon en sus primeros años de vida. Recuerdo con cariño las palabras de Atutxa, cuando nos decía: ‘No me presentéis a vuestras mujeres, que me van a odiar’. Luego todas le adoraban porque, cuando una persona tiene valores, es imposible odiarle”. Aburto se declara preocupado por el futuro de sus hijos. “A los jóvenes de este país les está tocando vivir una época difícil en su salida al mundo laboral”. Aunque no ha conseguido trasmitirles muchas de sus inquietudes sociales, piensa que los dos son “muy buena gente”.

Valores

Uno de los momentos de felicidad más plena es cuando acude a San Mamés en compañía de Jon y Asier. Los tres son socios de Tribuna Principal. “Es un momento de compartir. Mi aita lo hacía conmigo, y ahora lo hago yo con mis hijos. Disfrutamos y sufrimos mucho”. El Athletic es una de sus pasiones. Jugó al fútbol hasta los 18 años en La Salle y en Deusto, y cuando terminó la época de juvenil empezó a entrenar a chavales de 5º de EGB, en La Salle. Lo hizo de la mano del que fuera árbitro de Primera División, Xabier Losantos Omar, hoy director de Trabajo en la Consejería de Aburto. Llegó a dirigir en Segunda Regional. “Me casé un sábado, 9 de mayo del 87, y al día siguiente teníamos partido: Salesianos de La Salle contra Karrantza. Allí estuve yo. Fueron años muy bonitos, de entrega desde los valores del deporte”.

A sus dos hijos, Aburto trata de transmitirles los valores del esfuerzo y de la no comodidad. “Les animo a que sean ambiciosos, a que no se conformen con logros intermedios, a que se esfuercen a tope. Cuando hay trabajo a tope, no hay nada que decir, no hay fracaso. Intento inculcarles el valor del trabajo y del esfuerzo. También intento transmitirles que por la vida no se puede pasar como si fuera una procesión, que miras cómo pasa: tienes que mirar a tu alrededor y ver qué puedes aportar. Les animo a poner en juego el valor de la solidaridad en las cosas pequeñas”.

Juan Mari Aburto se emociona cuando es preguntado por su esposa. “Arantza es el único y gran amor de mi vida. Es la que me sostiene en los momentos difíciles, la persona que aporta serenidad, equilibrio y seguridad a mi vida y a nuestra familia. A mis hijos les suelo decir que su padre es trabajador y constante, sí, pero que la inteligente de la casa es la madre. Y es así”.

En una ocasión, dijo José Luis Bilbao que Aburto es “el tipo de persona a la que comprarías un coche de segunda mano”. Él conduce un Nissan Qashqai de cinco años y 60.000 kilómetros. El fútbol, el senderismo, los paseos por Deusto con la cuadrilla y la lectura son sus principales aficiones. Alguna vez, a Aburto le han preguntado si no le resulta difícil participar en política con los valores que tiene. “Es todo lo contrario. La política me ha dado la oportunidad de poner en práctica muchos de los valores que tengo y que practico, y vivencias en las que creo”. Para Aburto, resulta muy difícil separar lo que es Juan Mari Aburto como persona y Juan Mari Aburto como servidor público. Por eso sufre tanto, y en sus propias carnes, cuando se ponen en cuestión valores que tienen que ver con la dignidad de las personas. Por eso defiende con uñas y dientes el sistema vasco de asistencia y cobertura social, sin parangón en el Estado español. “¿Por qué lo defiendo? Porque lo que está en juego es la dignidad de miles de personas, eso es lo fundamental. Pero muchas veces no vemos el coste real que supondría la ‘no RGI’. ¿Qué ocurriría en Euskadi si esas 65.000 personas caerían en la indigencia? ¿Dónde quedaría su dignidad? ¿Y dónde quedaría nuestra dignidad como personas y como sociedad?”, se pregunta.